Takín


"Te sorprenderás al descubrir que en el mundo hay sitio para todos." Ghandi.

Cuando Kinga nuestro guía habló sobre visitar el zoológico que es refugio para el animal nacional de Bután, he de confesar que sentí poca motivación. Y es que ver a los animales en cautiverio no es algo que me fascine. Quizás lo relaciono a las imágenes de las jaulas pequeñas con animales grandes de los zoológicos que visité cuando era niña. O quizás así me parecieron cuando era niña...

Finalmente fuimos. Había que ver al Takín, ese animal mágico que desde 1985 tiene el estatus de "animal nacional". 

El caracter de mágico lo tiene porque, según cuenta la leyenda, cuando Lam Drukpa Kuenley visitó Bután en el siglo XV, la gente le pedía que hiciera un milagro. Para ello pidió que se le sirviera una vaca y una cabra para comer. Las devoró y dejó sólo los huesos. Después, tomó la cabeza de la cabra y a ella le incrustó los huesos de la vaca. Tras un chasquido de los dedos, le ordenó a la extraña bestia levantarse e irse a pastar a la montaña. Y el animal lo hizo. A partir de entonces fue conocido como drong gyem tsey.

Y es que el Takín tiene una apariencia extrañísima que sin duda pudiera ser parte de una mezcla mágica, aunque los estudios dicen que su ADN proviene de las ovejas. Es por ello que es herbívoro.

El zoológico lo alberga en un espacio abierto, amplio y delimitado, justo al lado de los pandas. Ahí le ofrecen la amplitud y libertad necesaria para vivir sin que esté en riesgo de ser extinguido.

Y efectivamente, como dice la frase de Ghandi, me sorprendí con todo lo que alberga el mundo...

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