Hasta que la muerte los separe

Qué impactantes resultan esas palabras, esa frase que es dicha en una ceremonia religiosa y que cierra el ritual del matrimonio.

Y es que, pensándolo fríamente, estar con una persona hasta que la muerte te separe de ella es mucho decir. Compartir toda tu vida con alguien, lo que implica tener esa compañía de por vida, pase lo que pase, uuff, me parece un gran compromiso...

Ahora bien, ser testigo de una unión donde está más que claro que esa pareja estaba destinada a ser, donde el amor y la alegría les salen por la mirada, donde todos los invitados se encuentran en un mood   hyper festivo...bueno, pues hace parecer que el amor y el matrimonio en sí merecen toda la pena.

Esa ha sido la sensación que tuve hace unos cuantos días, en la boda de mi querido amigo Edu, en Madrid. Para empezar, quiero comentar que a él lo conocí en el master que cursé hace poco; fuimos compañeros de equipo y la verdad es que fue una grata experiencia compartir esas horas de angustia, de reflexión, de estudio y de alegría. Edu es de esas personas que tienen una palabra amable (siempre la adecuada, porque es un comunicador muy destacado), una actitud positiva y que emana muy buena vibra desde el principio. En pocas palabras, se siente como un amigo de toda la vida.

Así que cuando me llamó para contarme que se casaría con Tania me dio tremenda alegría. Ella es una mujer muy guapa, con una sonrisa casi permanente y una personalidad muy fresca, lo que me permite decir que es la indicada para Edu. Tal para cual.



Cuando recibí la invitación sentí maripositas, jaja (venía acompañada de una foto de la pareja de lo más simpática). Y cuando estaba ya en Madrid, rumbo a la boda, seguía con esa sensación. Porque además de todo, asistir a esta boda implicaba la alegría del rencuentro con mis queridos amigos. Y así fue.

Naumi cantó en misa, con esa voz tan espectacular que tiene, otros tocaron distintos instrumentos y el resto, tomamos fotos y nos sumamos al jolgorio...

El novio iba vestido con un chaqué en negro y gris y la novia resplandeciente, con un vestido muy original y bonito (me atrevo a decir que es un Rosa Clará) y los invitados perfectamente vestidos para la importante ocasión.

La fiesta estuvo llena de detalles. Desde la entrada, a las mujeres nos recibían con una linda cajita que contenía un precioso chal (el cual perdí al final de la fiesta, snif), además de un papelito donde había que escribir un consejo para que el amor dure por siempre; habían dispuesto distintas mesas alrededor de la finca, así que de manera muy casual se formaron los grupos; rica comida, bebida, show, música, videos y momentos inolvidables. Fue una fiesta para todos.

En la madrugada, después de haber bailado, reído, comido y demás nos despedimos.

Soy una fan de las bodas de mis amigos y procuro siempre acompañarlos. Así que ahora, no tengo palabras para expresar el placer que fue para mí el haber estado ahí. Fue como un breve paseo por el tiempo, por las nubes, como si nunca me hubiera ido.

Y deseo, con este post, que ese nuevo matrimonio esté lleno de dicha por siempre y que los amigos, podamos ser testigos, hasta que la muerte nos separe, de más eventos en nuestras vidas.

Comentarios

  1. q buena reflexion de hasta q la muerte nos separe.

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  2. Gracias ltg.

    Hay mucho detrás de esa frase, ¿cierto?

    Saludos!

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  3. Lástima que perdiste el chal.Asi pasa en las fiestas,jajajaja.
    Muy bonita la foto y gracias por compartir ese día.

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  4. Muy linda la foto y siempre estas en eventos y lugares muy bonitos. Gracias por compartirlos.

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  5. Vaya manera de darle un sentido agradable a esa frase. ME ha gustado mucho como cerraste el post. Y la foto es muy chula!
    Saludos, guapa.

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  6. que bonito que los amigos de los hijos escriban estas cosas que, en mi caso, llegan al fondo del corazón... Enhorabuena IGF!!! a través de Tania, te haré llegar mi chal.

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